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En los últimos años se habla cada vez más de la inclusión financiera, un concepto relacionado directamente con el acceso de muchas personas y empresas a posibilidades de crédito y otros productos bancarios. Aquí lo clave para entender de qué se trata.
Abrir una cuenta bancaria, acceder a una tarjeta de crédito o débito, a un crédito de vehículo o compra de materia prima, solicitar un préstamo de libre inversión o de vivienda, en resumen, financiar los sueños o las metas que nos proponemos alcanzar en el corto, mediano y largo plazo, es la búsqueda de muchas personas y empresas.
Gracias a una mirada más amplia del sistema bancario y de las entidades crediticias, hoy la inclusión financiera se ha convertido en un factor clave para el desarrollo de la sociedad. El Banco Mundial dice que es “un elemento facilitador para reducir la pobreza y promover la prosperidad, pues aporta al logro de algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que el mundo se ha trazado”. Incluso, para este organismo, la definición de inclusión financiera es muy clara: “Se refiere al acceso que tienen las personas y las empresas a diversos productos y servicios financieros útiles y asequibles que atienden sus necesidades —transacciones, pagos, ahorro, crédito y seguros— y que se prestan de manera responsable y sostenible”.
Así, gracias a la inclusión financiera más personas y empresas en el mundo han pasado a la formalidad en términos económicos, lo que les permite tener una cuenta transaccional desde donde pueden recibir y hacer pagos, ahorrar, solicitar préstamos y crear un historial que más adelante les facilite elegir entre un amplio abanico de opciones.
En la medida en que más personas y empresas que antes no tenían posibilidades de acceder al sector financiero, ahora las tienen, esta industria ha venido creando instrumentos para administrar los riesgos de crédito asociados a su ejercicio.
El marco jurídico actual tiene el reto de adaptarse y prever dichos riesgos desde lo económico y financiero, para cubrirse al momento de entregar los recursos. De ahí que, para lograr la inclusión, el sistema ha flexibilizado los requisitos al momento de evaluar la capacidad de pago de personas y empresas que apenas entran a esta nueva dinámica de formalización, otorgándoles también tasas de interés y plazos de pago específicos, de acuerdo con su realidad particular.
Así, con esta nueva perspectiva, más incluyente y generadora de oportunidades, el reto está en la innovación en productos, ofertas y plataformas transaccionales que viabilicen el crecimiento sin asumir riesgos que impacten la sostenibilidad de las entidades bancarias y crediticias, ni de las empresas y personas que ingresan al sistema financiero.
La inclusión financiera convierte al sistema financiero en un apalancador de posibilidades de ahorro y consumo para personas y empresas, a la vez que mejora las oportunidades de inversión.
Si uno de tus objetivos empresariales está relacionado con la inclusión financiera, en FCC te orientamos para que lo hagas de manera eficaz, responsable con la rentabilidad de tus inversiones y con impacto positivo en tus clientes.
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